Contraria a la creencia popular y muy generalizada de que el síndrome del hijo único es de origen patológico, estudios hechos por psicólogos han demostrado que éste en realidad su procedencia es sociológica, es decir que generalmente es el ambiente familiar el que incentiva que se desarrollen ciertos comportamientos en los niños que pueden afectarlo considerablemente en su adultez.
Algunos de estos comportamientos suelen ser el excesivo egoísmo que luego les impide desarrollar la empatía que es esencial para el relacionamiento saludable con otras personas. También se vuelven muy mimados, se sienten especiales y diferentes a los demás por lo que exigen atención constante y exagerada.
Además este tipo de comportamiento no sólo puede presentarse en hijos únicos o jóvenes, también verse en niños de familias numerosas y en adultos los cuales, al no haber solucionado o incluso identificado el problema en ellos, lo arrastra e incrementa afectando eventualmente la dinámica de la interacción con las demás personas, resultando en relaciones difíciles.
Afortunadamente el problema puede ser reducido a la adopción de un nuevo método de crianza por parte de los padres y el entorno familiar, que ayude a evitar en gran medida a que este problema se acrescente y desarrolle con el tiempo. Algunos consejos que puede utilizar son los siguientes:
Evite ante todo ser demasiado indulgentes ante cualquier actitud incorrecta que el niño presente, corrija esto tan pronto aparezca, por supuesto de una manera apropiada. Tampoco lo sobre compense por el solo hecho de ser hijo único, si necesita premiarlo por algo, que sea por algún mérito que lo merezca realmente.
No dejar que tome decisiones que corresponden a los adultos. No sobreprotegerlo. Evite llenarse de expectativas con respecto al mismo, dándole una carga innecesaria de perfección. Tampoco darle más atención de la normal y necesaria, marcando los límites normales que se les dan a cualquier otro niño.