Elabora tarjetas didácticas que contengan una variedad de adjetivos. Cada palabra debe tener un significado opuesto en otra carta. Por ejemplo, si escribes la palabra “largo” en una carta, escribe “corto” en otra. Haz que los estudiantes tomen la carta y caminen por el salón para intentar encontrar la palabra opuesta platicando con los demás estudiantes. Ellos deben realizar dos preguntas para encontrar la palabra opuesta correcta. Por ejemplo, el estudiante que tenga la palabra “largo” puede preguntarle a uno de sus compañeros y su palabra comienza con “c” y cuantas letras contiene su palabra.
Prepara dos grupos de cartas, un grupo para los pronombres y otro grupo para los adjetivos. Los estudiantes toman una carta de cada uno de los grupos y dibuja una figura que describa la palabra que han seleccionado. Por ejemplo, el estudiante que elija la palabra “dinosaurio” y la palabra “mágico” debe ilustrar algo que involucre ambas palabras en su dibujo. Haz que los estudiantes intercambien sus dibujos e intenten adivinar los adjetivos involucrados.
Prepara una historia simple para los estudiantes pero deja de lado todos los adjetivos y reemplázalos con líneas en blanco. Pídeles a los estudiantes que completen los enunciados con las palabras que faltan. El objetivo es elaborar la historia tan divertida como sea posible. Alienta a tus estudiantes a usar su imaginación y elegir adjetivos que probablemente no concuerden con la historia real pero que la vuelvan divertida. Haz que los estudiantes se agrupen en pares y lean sus historias. Hasta puedes hacer que la clase vote con risas durante la lectura de cada historia y puedes elegir al ganador basado en el volumen de las risas.