Se entiende por psicosis un trastorno de la mente, de origen mental o fisiológico, en el que se presenta una desorganización profunda de la personalidad, alteración de la capacidad para crear juicios, pérdida de la relación con la realidad, perturbaciones del pensamiento, ideas y construcciones delirantes, así como alucinaciones.
La psicosis afectiva es también llamada psicosis maniacodepresiva o desorden bipolar. Se considera una enfermedad mental severa. En este trastorno, el paciente sufre episodios de manía seguidos de episodios de depresión y melancolía separados por cierta estabilidad psíquica llamada fase residual de duración variable.
En los periodos de manía, el paciente se muestra exultante, manifiesta excitación psicomotriz, euforia, hiperactividad, alegría inmotivada, un aparente aumento de la memoria y del rendimiento intelectual, ideas de grandeza y omnipotencia. En los periodos depresivos, el paciente manifiesta ansiedad, angustia, apatía, abulia, pérdida del deseo de vivir, falta de energía, inquietud, ideas de suicidio, un sentimiento de culpabilidad y una actitud nihilista.
La enfermedad puede derivar de una depresión o de una manía crónica, pero también puede aparecer sin que haya ninguna causa conocida. Al parecer, existe una predisposición genética en muchos de los casos diagnosticados.
Es necesario tratar esta enfermedad, dado su elevado riesgo de suicidio y a que tiende a convertirse en un trastorno crónico sin tratamiento. Además de la medicación, que variará según la fase en la que se encuentre el paciente, en un episodio depresivo o maníaco, es conveniente que el paciente acuda a terapia.
Se calcula que un uno por ciento de la población general sufre este trastorno, que suele aparecer antes de los dieciocho años, y no hay grandes diferencias entre la prevalencia de ambos sexos.