La tolerancia es una virtud o valor muy importante para el cristianismo, este valor es impulsado por la propia voluntad del cristiano y se desarrolla fuera de las paredes de la iglesia. La iglesia cristiana ha inculcado muchos valores positivos en diversas culturas y el espíritu de tolerancia ha sido una de las más grandes enseñanzas, en contra de lo enseñado por otras religiones.
A partir del Concilio Vaticano II, fue cuando todas estas creencias y valores fueron reforzados, tomando como principios el diálogo interreligioso y la libertad de conciencia. Al hacer uso de estas herramientas, el propio cristianismo ha redescubierto elementos que muestran sintonía con la tolerancia y lo importante de evitar confundir este valor con una actitud negativa de sólo “soportar” sin intentar comprender.
Algunas religiones dejan a un lado esta tolerancia actuando con fanatismo, dando a entender que la realidad absoluta se encuentra en sus enseñanzas; los infieles o herejes deben de aceptar sus leyes y preceptos, incluso de ser necesario, será por la fuerza, ya que aceptar el orden cósmico impuesto por Dios es la única manera de honrarlo y lograr la salvación espiritual.
Diferente a esas religiones, es el cristianismo; el hombre cristiano deberá ser tolerante y orar por todas las personas, ya que sabe escuchar la opinión y las dudas del resto de las personas, aún cuando no sean cristianos los trata con una actitud positiva y cada momento es bueno para transmitir los conocimiento que el cristiano adquiere en la Biblia, así como Jesús lo hizo con los hombres Judíos en su época.