El glasé puede convertir cualquier postre hecho en casa en algo realmente elegante que pareciera traído de una refinada tienda. Además, es realmente sencillo de elaborar. La mayoría de los glasés se elaboran simplemente mezclando algunos ingredientes y vertiéndolos sobre el producto horneado. Con tan sólo unos pocos ingredientes y un poco de tiempo se puede obtener el producto de todo un experto. Y quizás, tal vez realmente sea así puesto que una de las diferencias entre un experto y un amateur es saber cómo darle un acabado bello y atractivo a un horneado.
Para elaborar el glasé para un pastel hay que mezclar ¾ de tasa de chispas de chocolate semi dulces, 3 cucharadas de mantequilla y 1 cucharada de jarabe de maíz ligero y colocarlo a baño maría. Esta mezcla debe calentarse a fuego lento. Hay que batir hasta que el glasé quede suave y entonces hay que agregar un cuarto de cucharada de extracto de vainilla. El glasé resultante se vierte sobre el pastel mientras esté caliente. Si por los costados del pastel se deja escurrir un poco de glasé le dará un toque muy auténtico.
El glasé también puede untarse sobre masa para empanada antes de hornearla con el fin de agregarle color y brillo. La forma más simple tan sólo requiere de crema o leche. Y casi igual de sencillo, también funciona una combinación de clara de huevo y un poco de leche, con o sin una pizca de azúcar. El mismo glasé, sin el azúcar, sirve muy bien para galletas refrigerador o rollos de media luna.