Es un pan tradicionalmente hecho de harina de trigo, sal y levadura, como característica tiene un agujero en el centro. Se hierve brevemente en un poco de agua antes de hornearlo, resultando en una pieza de pan denso con una cubierta crujiente y lisa. Normalmente se sazona la masa con productos como cebolla, huevo, sal, centeno o ajo. Existen otros sabores no tan tradicionales, peso sí comerciales, como el bagel de salvado, tomate, comino, queso o muesli. En ocasiones se adorna su superficie con semillas de sésamo, trozos de ajo o cebolla seca, sal en grano o como lo prefieren los ingleses, con todo al mismo tiempo.
Esta pieza fue inventada en Cracovia para la temporada de cuaresma en el año de 1610. Para el siglo XVII se convirtió en pieza básica de la dieta polaca. Para el siglo XIX la comunidad Judía lo comenzó a comercializar en las panaderías de Londres; tiempo después llegó a América del Norte.
Cuando llegó a América de Norte se inventaron dos nuevas modalidades de bagel, la Montreal, que lleva huevo y malta, se hierve en agua aromatizada con miel, se hornea en leña y se adorna con semillas de sésamo; y la variedad Nueva York, que contiene sal y malta, se hierve en agua simple y se prepara en un horno de gas convencional. El primero es más dulce y el segundo más esponjoso.
Dependiendo en dónde lo preparen, puede rellenarse de queso crema, tomate, salmón, jamón, huevo, cebolla o queso, o pueden mezclarse estos ingredientes para crear el que más agrade a cada paladar.