Maneras más fáciles de aprender una coreografía

De alguna manera todos somos coreógrafos, si entendemos la profesión como una forma de organizar el tiempo y el espacio en función de unos movimientos específicos. Lo hacemos todos los días ¿no? Sin embargo, el coreógrafo danzario tiene que ser capaz de organizar no solo su acción, sino la de su compañía.

Es un trabajo que conlleva un profundo conocimiento de la danza y sus técnicas para encontrar la forma más sencilla de que los danzadores asimilen una  coreografía. Igualmente desde el punto de vista del bailarín hay algunas recomendaciones sobre cómo hacer el proceso de aprendizaje y apropiación de las rutinas, más fácil.

El primer paso consiste en estudiar los fundamentos y la historia del género sobre el que se articula la coreografía. Deben investigar si se trata de un ritmo latino, europeo, africano, cómo son los pasos básicos y las variantes estilísticas más frecuentes,  cuáles constituyen las técnicas y la gestualidad que lo caracterizan. Este método devela la psicología del baile, lo cual representa un escalón fundamental a la hora de interpretarlo.

Un buen ejercicio sería leer acerca del tema, pero sobre todo ver videos tutoriales o de coreografías que empleen el mismo género, para apreciar todos los elementos anteriores en bailarines profesionales y con oficio.

Descubrir y emplear las cualidades particulares de cada bailarín también ayuda a la hora de montar una rutina, porque si cada cual ocupa la posición que mejor desempeña, pues se optimiza el tiempo dedicado al montaje.

Una vez que la coreografía esté lista para ser aprendida, no debe enseñarse de un tirón. Se trata de un proceso paulatino, en el que los miembros del grupo deben descubrir poco a poco los segmentos danzarios. Fragmentar la pieza es el mejor modo de que los bailarines memoricen los pasos.

Luego, mientras no esté completamente montada vale la pena no ensayarla con detalles sino invertir el tiempo en mostrar nuevos fragmentos, y solo marcar los anteriores, algo así como realizarlos sin tanto rigor, pero recordando lo más importante.

El tiempo de práctica individual es imprescindible para que cada bailador domine lo más pronto posible toda la obra. Cuando esto suceda entonces sí se deben dedicar a repetir la coreografía completa y pulir los detalles que desentonan o afean las rutinas.

El trabajo constante, tanto en la etapa de familiarización como en la de montaje, es esencial para que los bailarines sientan la obra como una extensión más de sus movimientos comunes y actividades vitales.

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Categorias: Danza
Ultima modificación: 05/08/2013