La mayoría de los barcos de vela tienen una vela debido a que el área de la vela en metros cuadrados es lo suficientemente grande para recolectar viento suficiente para empujar un bote ligero. Conforme el tamaño del bote se hace más grande y pesado, se necesitan tener más velas para que puedan interactuar con el viento. En algún punto, la vela es demasiado grande para que pueda sostenerse. La solución es agregar más velas que sean más pequeñas y fáciles de manipular pero que en conjunto creen un área de vela más grande.
Cuando uno anda en bicicleta en un día sin aire, se puede sentir viento en la cara (viento aparente) y el viento se hace más fuerte conforme se avanza más rápido. Esto se debe a que el movimiento está creando su propio viento. Si se condujera una bicicleta en un día en el que el viento tiene una velocidad de cinco millas por hora y golpeara por la espalda, pedaleando a cinco millas por hora, los dos vientos (el viento verdadero y el aparente) se cancelarían y no se sentiría nada de viento.
Los botes pueden avanzar más rápido que el viento verdadero, “creando su propio viento”. Esto se debe a que las velas pueden moverse para que el viento fluya sobre de ellas y las empuje, muy similar al funcionamiento de las alas de un aeroplano
Bajo óptimas condiciones, el viento aparente es mayor que el viento verdadero. Supongamos que estamos navegando un catamarán con un viento verdadero de 10 nudos. Moviéndose muy rápido sobre el agua se puede crear un viento aparente de 20 nudos que le permitiría a la embarcación navegar a 12 o 13 nudos, lo cual es más rápido que el viento verdadero. Las velocidades que alcanzan los barcos de vela antiguos dependían del número de velas con las que contaban.