Cómo elegir una crema solar

Cuando vemos aproximarse el verano, nuestro ánimo se eleva al verse pronto rodeado por largas horas calidez y luz solar. Sin embargo, para que nuestra piel no sufra las consecuencias, es preciso considerar que la radiación ultravioleta varía según muchos factores, como la zona geográfica, su latitud y altitud, la estación del año, etc. Además, el tipo de superficie que nos rodee hará que el reflejo agudice los efectos de la luz solar sobre la piel: mientras que la arena y el agua reflejan un 20% y 30% de las radiaciones, la nieve refleja un 80%. No debes dejarte engañar por la sensación de calor, la piel debe estar todo el año correctamente protegida y debes agudizar el cuidado principalmente en zonas de gran altitud o en las cercanas a los trópicos, donde la radiación es vertical.

Por otro lado, existen diferentes tipos de rayos ultravioleta dentro de lo que se conoce como radiación solar. Éstos varían según su intensidad y penetración en la piel del siguiente modo: los UVB actúan sobre la capa más superficial de la piel, ayudando a sintetizar la vitamina D y otorgando el aspecto bronceado; los UVA actúan sobre la dermis prolongando la duración del bronceado pero provocando su envejecimiento a largo plazo; los IR son los más intensos, provocan la sensación de calor penetrando hasta la hipodermis.

Conocer tu tipo de piel será esencial para saber cómo protegerte de tales radiaciones. Existen cuatro fototipos en función del color del cabello, la piel y su facilidad para broncearse, desde las pieles extremamente blancas (fototipo I) como la de los pelirrojos y nórdicos (fototipo II), que suelen quemarse directamente o adquirir un bronceado muy leve, pasando por la piel de los castaños que adquiere un bronceado perdurable pero también es propensa a quemaduras (fototipo II), hasta las pieles mates de alta resistencia a las radiaciones que se broncean sin quemarse (fototipo IV). En la relación a los fototipos, existen cuatro tipo de protectores solares de protección muy alta (UVB superiores a 60), alta (UVB 30 a59), media (UVB 15 a 29) y baja (UVB 6 a 14).

Cuando la radiación solar se a demasiado fuerte, ya sea que se trate de exposiciones prolongadas, un lugar con nieve o en zonas geográficas de gran altitud o cercanas al trópico, lo ideal será combinar las cremas protectoras: comenzar la exposición con un protector adecuado a un fototipo anterior e ir alternándolo progresivamente en las horas de menor intensidad de radiación con el protector adecuado para nuestro propio tipo de piel. Por ejemplo, si tienes un fototipo II, comienza usando un protector solar muy alto y, en las horas en que el peligro de la radiación disminuye, altérnalo poco a poco con una protección alta. Una vez que hayas la piel se haya acostumbrado y fortalecido, alterna tu protección alta en las horas de mayor peligro con una media en las demás.  La duración de este proceso dependerá de tu tipo de piel, cuanto más extenso sea, mayor será el cuidado de tu piel. Como verás, es una forma ideal de obtener también un bronceado seguro y duradero. También debes considerar combinar protecciones más altas o más bajas, según la zona del cuerpo de mayor exposición o riesgo ante ella.

Siempre debes tener en cuenta, entonces, no sólo el lugar en el que te encuentras o al que irás sino también cuál es tu tipo de piel. Ahora ya puedes escoger la crema adecuada, considerando que la mejor opción suele ser elegir los productos adaptados para prevenir tanto rayos UVB como UVA.

 

Sobre el artículo

Categorias: Moda
Ultima modificación: 07/20/2012