La alergia ocurre cuando el sistema inmunológico, el cual se encuentra hipersensible, reacciona ante sustancias, defendiendo al organismo de estas, las cuales en realidad no son nocivas para el mismo, pero sin embargo el sistema inmune actúa como si lo fueran, generando inmunoglobulina E.
Existen varios tipos de alergias, las cuales varían según el tipo de respuesta del sistema inmunológico a estas y los órganos relacionados, pudiendo darse erupciones cutáneas, inconvenientes respiratorios e incluso del sistema nervioso.
Dentro del proceso alérgico, los órganos o tejidos afectados sufren de inflamaciones, siendo uno de los más proclives (junto con la piel) a estas reacciones, las mucosas, en donde son afectadas la región de la nariz la cual se obstruye, situación conocida como rinorrea. También los ojos son afectados, produciéndose exagerado lagrimeo, e igualmente se pueden dar crisis asmáticas.
Entre los más de 20.000 posibles factores, o alérgenos, que provocan alergias, están los más comúnmente conocidos como los ácaros, el polen, el polvo, el pelo de las mascotas, cierto tipo de alimentos o componentes en ellos, insectos, etc. También pueden incluirse las alergias ocasionadas por sustancias que sí pueden ser nocivas, como ciertos productos químicos.
Se cree que esta sobre reacción del sistema inmunológico puede deberse a ciertos hábitos, herencia genética, el entorno o ambiente, entre otros. Afortunadamente el sistema inmune es muy flexible y con ciertos tratamientos puede re acondicionarse, y evitar de esta manera, con el tiempo, este tipo de reacciones.
Una vez identificado el alérgeno, estas alergias son tratadas con medicamentos, y evitando en lo posible la exposición de los desencadenantes de la alergia, esto como tratamiento principal. Es importante consultar con el médico si considera que padece de alergias.