Las esponjas más antiguas que conoce el hombre y de la cual persiste la evidencia arqueológica, son los arqueociatos, cuyo nombre proviene del griego y se refiere a la forma de copa que caracterizó a la mayoría de estos organismos. Proliferaron durante la etapa inferior del período cámbrico, hace más de 500 millones de años, y gracias a los fósiles que llegaron hasta la actualidad, se ha clasificado en 120 familias.
De hecho, la cantidad exhaustiva de fósiles encontrados permite asegurar que los arqueociatos constituyeron una especie ampliamente diversificada. Se acepta además, que estos arrecifes primigenios contribuyeron a la formación y desarrollo de los ecosistemas más prematuros del período cámbrico, proveyendo lugares donde esconderse de los depredadores y constituyendo hábitats cada vez más complejos.
Como se ya se refirió, los arqueociatos semejaban las copas de la antigüedad, algunas veces se componían de una única pared porosa, pero lo más común era que presentaran dos paredes porosas concéntricas por las que circulaba el agua desde afuera hacia el interior.
Esta misma diferenciación entre la forma, ayudó a los científicos a dividirlos en diferentes categorías que hicieron más fácil su estudio y comprensión. Sin embargo, tardó décadas el que los investigadores coincidieran en que los peculiares seres pertenecían a la familia de las esponjas.
Junto con el resto de las esponjas, estos organismos prehistóricos constituyeron una parte esencial en el desarrollo de los ecosistemas marinos de todo el planeta, pues las localizaciones de los fósiles indican que estuvieron presentes en todos los ambientes oceánicos. No obstante, los arqueociatos se asentaron casi siempre en aguas tropicales, específicamente en las zonas donde la luz del sol impactaba de manera directa.
Todavía no se conoce con exactitud la razón por la que estos organismos desaparecieron de la tierra, aunque se supone estuvo relacionada con las condiciones hostiles del período donde floreció. Por fortuna, las evidencias fósiles permitieron que su existencia no quedara anulada por el desarrollo inexorable de la vida en la tierra.