Entre todos los métodos anticonceptivos que existen actualmente en el mercado, el preservativo o condón masculino (también llamados profiláctico o forro) es uno de los más económicamente accesibles, muy sencillos de utilizar, no necesitando de receta médica para adquirirlos, siendo básicamente su mecanismo de prevención, el de barrera.
El condón masculino es una funda que en la mayoría de los casos está hecha de proteína de caucho o látex, adaptable al pene erecto, que hace de barrera evitando que los espermatozoides entren en el conducto vaginal, al conservarlos a estos dentro de la funda luego de la eyaculación. Con esto, además de prevenir el embarazo, también ayuda a proteger de la transmisión y contagio de enfermedades venéreas (ETS), como el VIH por nombrar una.
El preservativo o condón masculino, no es un invento reciente. Durante la historia de la humanidad, se han utilizado pieles o intestinos de animales como la cabra con la misma finalidad, el evitar embarazos o enfermedades de transmisión sexual y en la actualidad, algunas empresas utilizan las membranas de la piel animal para elaborar condones creados específicamente para aquellas personas alérgicas al látex, aunque ofrece menos efectividad al obstruir el paso de enfermedades venéreas y son más costosos.
Para que el condón funcione efectivamente debe ser utilizado de manera correcta, pues sino se disminuye su porcentaje de efectividad del 98% al 85%.
Entre sus ventajas, además de las ya nombradas están, el no presentar efectos secundarios, no afectar el ciclo natural de la mujer (en el caso de aquellas que no utilicen otro método anticonceptivo), puede utilizarse como refuerzo complementario de cualquier otro anticonceptivo como la píldora.
Entre sus desventajas están, la alergia al látex que pueden tener algunas personas (la mayoría de las marcas ofrecidas en el mercado están hechas de látex), tienden a aminorar la sensación y es importante su perfecta colocación para que sea efectivo.