La OMS afirma que la salud no es únicamente la ausencia de enfermedad, si no que involucra una serie de aspectos psíquicos y sociales. Sin embargo, hemos de procurar porque nuestro estado de salud sea óptimo, para poder disfrutar de bienestar, vitalidad y de una buena vejez. Debemos cuidar nuestro cuerpo, proporcionarle los nutrientes necesarios para obtener su mejor potencial. No es necesario hacer grandes sacrificios, simplemente realizando algunas pequeñas modificaciones en la dieta diaria podemos conseguir esa vitalidad y bienestar que deseamos.
En primer lugar reducir el consumo de grasas saturadas. Es recomendable disminuir el consumo de alimentos que contengan grasas saturadas como carnes, productos lácteos especialmente nata y quesos duros, huevos, margarinas y mantequillas. En general las grasas sólidas (mantequillas, grasa visible en las carnes, mantecas, lardo, a excepción del aguacate que podemos considerarlo una grasa sólida pero por su origen vegetal no contiene colesterol) son grasas saturadas y por lo tanto poco recomendables.
Las grasas líquidas, como los aceites son mono o poliinsaturadas, y por lo tanto mas saludables pero siempre teniendo en cuenta que son grasas y su aporte calórico es muy alto. Algunas recomendaciones para reducir la presencia de grasas saturadas en nuestra dieta son:
Consumir cortes magros, limpios de grasa visible, no consumir la piel de la carne de aves ya que es muy alta en grasas saturadas. Evitar freír los alimentos, siempre es mejor asarlos, hervirlos, cocinarlos al horno, a la plancha o al vapor, éstos son métodos de cocción mas saludables. Utilizar yogur para hacer salsas de aderezo para ensaladas o carnes. Eliminar siempre la grasa visible de todos los alimentos. Es preferible consumir productos lácteos desnatados. Y por último el aceite de oliva es muy saludable para consumirlo crudo, pero para freír es preferible utilizar aceites de girasol o maíz.